Alectomancia: El gallo tiene la respuesta
Empezamos la última semana de agosto con más mancias antiguas y, al igual que ayer, continuamos con el uso de animales en la búsqueda de respuestas. Si ayer hablábamos de cómo se interpretaba el comportamiento de los gatos dentro de la zoomancia, hoy le toca el turno a los gallos, pero en esta ocasión no a través de su comportamiento, sino al más puro estilo ‘Pulpo Paul’ con la alectomancia.
La alectomancia (del griego “alektor”, gallo) consistía en dibujar en suelo un dibujo o un cuadrado dividiéndolo en 25 casillas en las que escribir una letra del alfabeto -sin “ñ” ni “w” y dejando la casilla central libre-, se colocaba un grano de trigo, maíz o cebada en cada una de las casillas y en la central se colocaba un gallo. Este gallo, en ocasiones especiales, se requería que fuese rojo, blanco o negro.
Una vez lanzaba el consultante la pregunta, se soltaba al gallo para que fuese picoteando encima de las letras. Una vez el gallo picoteaba alguno de los granos que había encima de cada letra, ese grano era repuesto. Según picoteaba el gallo encima de cada letra, éstas se iban apuntando para ver después qué palabra formaba. Si las letras no conseguían formar palabra alguna, sería el adivino el que interpretaría las letras picoteadas por el gallo en busca de una respuesta.
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