El aquelarre: hora de marcharse
Matt había perdido todo el control de la situación. Ya no eran imágenes de fantasmas en las ventanas, ni puertas que se abrían y cerraban. Ahora eran un montón de arañas invadiendo el cuarto de baño y subiéndose encima de él. Casi ni había amanecido cuando Matt fue a pedir ayuda a la parroquia. El cura era alguien muy cercano a la familia desde que su padrastro entrase en el seminario. El cura dio los pasos a seguir a Matt para poder librarse de todo mal dentro de su casa. Le dio una botella con aceite. Con ese aceite debía ungir cada entrada, puerta y ventana de la casa mientras leía un pasaje de la Biblia.
Matt llegó a su casa y contó a su madre lo que iban a hacer. Esperaron a estar solos para empezar. Mientras Matt ungía las puertas y las ventanas, su madre iba leyendo en voz alta el pasaje de la Biblia. Matt quiso subir al tejado para ungir también las dos chimeneas. Una vez allí, y tras ungir la primera chimenea, un montón de abejas aparecieron de la nada y empezaron a rodear a Matt hasta hacerle caer al suelo. No le pasó nada más allá del susto y el golpe. Linda empezaba a temer por la vida de sus hijos.
Ken regreso y Linda y Matt le contaron todo lo que había estado ocurriendo desde que llegaron a esa casa. Ken no dudó un solo momento en hacer las maletas y sacar a toda su familia de allí al instante. Pero esa no sería la última vez que él y Matt pisaran la casa. Tenían que devolver la llave al dueño de la casa y debían limpiarla antes de entregarla. Matt estaba limpiando el suelo de la planta de arriba cuando golpeó la alfombra con la fregona, moviendo una de las esquinas. Debajo de la alfombra parecía haber algo. Matt llamó a Ken y juntos retiraron la alfombra. Un pentagrama enorme, lleno de símbolos y marcas de cera de vela ocupaban todo el suelo. Por eso era que no debían mover la alfombra. En esa casa habían estado practicando brujería. Matt y Ken no terminaron de limpiar y se fueron a la calle a esperar al dueño.
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