El fantasma de La que murió de amor
La tradición argentina cuenta que la joven Felicitas Guerrero se casó en 1862 con Martín de Álzaga. Ambos provenían de familias acaudaladas del país sudamericano. Martín era un hombre de edad avanzada, pero Felicitas era considerada una de las jóvenes más hermosas de la ciudad de Buenos Aires.
Luego de perder a su único hijo, Felicitas queda viuda con tan solo 26 años. Por su gran belleza y fortuna, decenas de pretendientes. Uno de ellos se llama Enrique Ocampo, un hombre celoso y enfermizo a quién la viuda rechazo sin miramientos.
Felicitas en realidad estaba enamorada en aquel entonces del estanciero Samuel Sáen Valiente y cuando Ocampo se enteró fue hasta la casa de la joven y la asesinó de un disparo en la espalda para después quitarse la vida.
La familia Guerrero ordenó construir una capilla en honor a su joven hija y los vecinos sostienen que cada 30 de enero aparece el fantasma de la joven, herido y con su espalda ensangrentada.
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