El origen de los vampiros
La existencia de los vampiros se remonta a la Grecia clásica, a un mito con raíces persas que cuenta la aparición de un dibujo en la superficie de un vaso. En el dibujo se podía ver a un hombre luchando contra una criatura de forma antropomórfica que intentaba succionarle su sangre.
Pasó el tiempo y los vampiros extendieron su influencia hasta los mitos babilónicos. Una deidad conocida como Lilith obtenía sus poderes y fuerza succionando la sangre de los niños pequeños. La figura de Lilith también aparece en mitos hebreos, habría sido la primera mujer de Adán y se nego a ser dominada por el hombre y se exilió en la Tierra donde fue la madre de los demonios y de una gran variedad de demonios malignos.
Los aztecas hacían ofrendas de sangre a sus dioses para obtener mayor fertilidad en las tierras y tener éxito en las guerras. Todas estas señales ya dan cuenta el poder de la sangre y las poderosas entidades que aprovechaban la vida humana para subsistir, pero los primeros relatos de vampiros tradicionales como los conocemos hoy en día se originaron en Europa.
Los primeros vampiros eran dioses según los relatos griegos y romanos, no existía todavía un uso extendido de la categoría no-muerto. Lamiae, Empusae y Striges eran dioses capaces de tomar forma humana para succionar la sangre de sus víctimas y así ampliar sus poderes.
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