El Vaticano y la investigación extraterrestre

El Vaticano cuenta con dos bases secretas para realizar investigaciones y seguimiento al legendario planeta destructivo Hercóbulus. Una de las bases está camuflada en territorio chileno y la otra en Alaska. Para mantener el secretismo sobre estas dos bases, solamente los miembros de la sección de astronomía de la Orden de los Jesuitas tienen acceso a los laboratorios secretos.

Desde tiempos de Pío XII el Servicio Secreto Vaticano ya tenía conocimiento sobre el acercamiento, por eso se puso en marcha un plan espacial llamado Siloe, una misión de carácter secreto que a su vez forma parte de un proyecto más amplio y ambicioso en relación con la vida extraterrestre: Kerigma.

Como parte del plan Siloe se construyó una nave sonda en la denominada Área 51, lejos de la mirada de los científicos civiles de la NASA. El lanzamiento al espacio exterior se realizó a través de un avión militar espacial ultra-secreto llamado Aurora que puede salir de la atmósfera y viajar por el espacio.

La nave Siloe se acercó al planeta Niburu y fotografió diferentes aspectos en busca de vida extraterrestre. Toda la información fue transmitida directamente a las bases secretas del Vaticano y debido a la magnitud de los hallazgos hasta el momento los contenidos cuentan con el máximo nivel de seguridad, Secretum Omega nivel 1. ¿Vida extraterrestre, amenazas interplanetarias? El mundo de lo esotérico espera conocer la verdad de Niburu.

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