‘My Ghost Story’: ¿con quién acabo de hablar? (III)
La curiosidad pudo con Linda y empezó a ponerse en contacto con personas interesadas en el estudio de lo paranormal. Uno de esos investigadores pidió quedarse una noche sólo en la casa. En las primeras visitas a la casa de Linda ya consiguió reunir evidencias, como pudieron ser respuestas inteligentes a sus preguntas.
Linda aceptó que el investigador se quedase a solas en la casa durante toda la noche. Cámara en mano y con la grabadora digital conectada, el investigador fue recorriendo la casa, habitación por habitación, planta inferior, planta superior. También aprovechó para sacar fotos y así intentar obtener más evidencias.
Una vez había terminado de recorrer la casa, el investigador volvió al salón, sacó su portátil y comenzó a revisar todo lo grabado y las fotografías. En el caso de las fotos, en varias de ellas aparecían sombras que parecían rostros. Una de las imágenes parecía ser una niña pequeña. Otra de las imágenes era una cara reflejada en la ventana, una imagen muy inquietante. Pero la gran evidencia de este investigador estaba aún por ocurrir. Estaba sentado junto a la puerta del salón, quedando el pasillo que iba hasta la cocina a su derecha. Al girar la cabeza de manera instintiva hacia la puerta vio a un hombre, con toda claridad, en la puerta de la cocina. Ese hombre le estaba mirando. El investigador casi podía distinguir su cara con claridad. El hombre se giró y se dirigió al interior de la cocina.
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