La leyenda de Kiyomizu-dera
En el año 778, un monje llamado Enchin llegó a Kyoto, desde la ciudad de Nara. Así comienza la leyenda. En ese tiempo, Kyoto era la capital del Imperio Heián, y Enchin venía siguiendo un sueño que finalmente lo llevó hasta un arroyo que terminaba en una cascada que bajaba desde lo alto del monte Otowa.
Enchin construyó una ermita en el lugar donde la cascada rompía para dar nacimiento al arroyo, y dedico la ermita a la diosa de la bondad: Kannon. Dos años después, y ya trabajando como monje en la ermita, Enchin se encontró con un cazador.
Se trataba del general Tamuramaro Sakanoue, y estaba buscando a un venado malherido para ofrendar su sangre a su esposa embarazada, ya que se creía que la sangre de este animal proveía los dones de la fertilidad.
El general mató al venado con tanta brutalidad, que el monje lo reprendió. A diferencia de otros relatos, donde las figuras de autoridad militar o política toman venganza, el general Tamuramaro se mostró tan arrepentido por sus actos, que construyó el templo que aún hoy está en pie, el templo de Kiyomizu-dera, justo en donde ante estaba la ermita del monje Enchin.
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