‘Paranormal Witness’: el secreto de Lynchville (II)
Pintar la habitación de Hailey era un trabajo para todos. Allí nadie se libraba de la brocha. Cuanto antes terminasen, antes podrían terminar de instalarse del todo. Habían terminado de pintar una de las paredes de la habitación cuando Tonya dijo de bajar a comer algo antes de continuar. Sergio se encargó de cerrar bien los botes de pintura. Con un martillo golpeó un poco la tapa de la pintura roja, así conseguiría asegurar un poco más cualquier posible patada no deseada, el disgusto y el trabajo de limpieza posterior.
Toda la familia bajó a comer y no volvieron a subir para continuar pintando hasta pasados cuarenta y cinco minutos. Tonya abrió la puerta de la habitación de Hailey. Al entrar encontró la lata de pintura roja abierta, volcada y todas las paredes salpicadas de pintura, como si alguien se hubiese ensañado a conciencia. Tonya preguntó por inercia a las niñas, sabiendo ya que habían estado todos comiendo juntos minutos antes. Las niñas, con la misma cara de sorpresa de su madre, aseguraron no haber sido ellas.
No tardaron demasiado tiempo en conseguir instalarse del todo. Estaban una tarde Tonya y KK solas en casa. Hailey había salido con Sergio para hacer unas compras. KK jugaba con sus muñecas en el salón mientras Tonya estaba entretenida con el portátil. “-Mamá.” Tonya escuchó una voz, pero era una voz de chico. Preguntó a KK si le había llamado y KK dijo haber escuchado la misma voz que ella, justo detrás de donde estaba jugando.
Más información – ‘Paranormal Witness’: el secreto de Lynchville (I)
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