‘Paranormal Witness’: el secreto de Lynchville (III)
Una cosa es estar soñando medio despierta y creer haber escuchado algo. No sería la primera vez que esto le ocurre a cualquiera. Pero esta vez habían sido las dos las que habían escuchado esa voz de chico diciendo “mamá”. KK, asustada, iba agarrada de su madre. Las dos, muy despacio, se fueron acercando a la escalera que subía a los dormitorios. Sergio y Hailey llegaban a casa en ese mismo momento, consiguiendo dar un susto de muerte a Tonya y KK. Tonya, con cara de “me vas a llamar loca, pero créeme”, preguntó a Sergio y a Hailey si habían sido ellos los que acababan de decir “mamá”, intentando encontrar la explicación razonable a ese momento. Tonya sabía de sobra que la respuesta iba a ser “no”. La voz de niño había sido demasiado clara.
Hailey tenía su habitación adaptada del todo a su gusto. Sus paredes rojas, un maniquí al que vestía según le viniera en gana y su cofre pequeño en el que guardaba todas sus cosas. El cofre estaba adornado con piedras de colores que ella misma había pegado. Una tarde, al coger su cofre, Hailey vio que le faltaban varias de las piedras. Todos en esa casa sabían cómo disfrutaba KK gastando bromas, por lo que no le dio más importancia al asunto.
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