‘Paranormal Witness’: las cartas del ático (VIII)
Pero el escepticismo es como es. Mark temía que, un hombre de su estatus, Dean en una de las mayores Universidades de los Estados Unidos, pudiese quedar en entredicho. Pero hasta en él comenzaron a aflorar las dichosas dudas. La explicación de lo que pasaba en esa casa tenía que aparecer en algún lado. Rebecca y Mark estuvieron investigando la historia de la casa. Encontraron nombres de toda familia, pero siempre destacaba el de una de las hermanas, Ladell, una mujer cuyas historias siempre estuvieron machandas por las desgracias, el desamor y con un final tan triste como el suicidio. Un suicidio que cometió en esa misma casa. Rebecca quiso solicitar un certificado de defunción de Ladell con el único fin de lanzar algo de luz en esta extraña historia.
Rebecca convenció a Mark para que un grupo de investigadores de lo paranormal fuese a su casa en busca de respuestas. Los niños se habían quedado todos con unos amigos y el plan de Mark y Rebecca era dejar a estos expertos trabajando solos mientras ellos se iban a cualquier sitio.
Los expertos ya se habían instalado del todo y Mark y Rebecca ya no estaban en la casa. Todo estaba a punto de empezar. La investigadora jefe comenzó una cuenta atrás para apagar las luces y comenzar con la investigación. “-5, 4, 3, 2, 1…”. Antes de llegar al cero todas las luces se apagaron, pero no habían sido los mismos investigadores lo que habían apagado las luces. De repente sonó un ruido horrible por la ventana y un montón de chispas azules comenzaron a casi alumbrar la habitación a oscuras. La investigadora llamó a Rebecca y a Mark para que volviera inmediatamente.
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