Una mancia de lo más curiosa: “Kefalonomancia”
Aquí -más que nunca- toca empezar por el principio. ¿Qué es una mancia? Esto es lo que nos indica el diccionario: “Elemento sufijal de origen griego que entra en la formación de nombres femeninos con el significado de ‘adivinación’ (bibliomancia, geomancia, lecanomancia, nigromancia).” El mundo de las artes adivinatorias contaba en el pasado con algunos métodos que muy lejos quedaban de poder acercarse al “arte”. Ese era el caso de la kefalonomancia, un método que muchos relacionaron con la brujería y que acabó cayendo en el olvido.
¿En qué consistía la kefalonomancia? Esta mancia utilizaba la cabeza de un asno para adivinar la culpabilidad de una persona. El procedimiento de la kefalonomancia era de lo más chocante: Sobre la cabeza de un asno se recitaban unas plegarias -en teoría mágicas- para, a continuación, ser depositada sobre sobre unas brasas encendidas. Una vez la cabeza encima de las brasas se pronunciaban en voz alta los nombres de los supuestos culpables, entonces, si las mandíbulas se retorcían y chocaban en el momento en el que se había pronunciado uno de los nombres, ese era considerado culpable.
Este método, que en su día fue popular entre Lombardos y Germanos, consiguió que muchos inocentes pagasen una culpa que nada tenía que ver con ellos. Al final, entre su inexactitud y por lo que muchos consideraron como brujería, la kefalonomancia terminó desapareciendo.
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